El guardián en el centeno

"Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los atrapo para que no caigan. Eso quiero ser yo, un guardián entre el centeno".

Holden Caulfield (El guardián entre el centeno-J.D.Salinger).

jueves, 15 de septiembre de 2011

No somos muebles




Para nosotros los vigilantes es cotidiano el hecho de que se nos ignore, una de las directrices que inculcan en algunos centros de trabajo es que se nos vea lo justo para saber que estamos ahí, pero nunca en exceso pues genera malestar e incluso pánico a los aprensivos.
Hace tiempo recibí en mi correo un pequeño relato que aleccionaría a aquellos que dictan normas impersonales y a los aprensivos que ven el mal hasta en la mirada de un niño.
Leedlo y reflexionar:

Un señor trabajaba en una planta empacadora de carne en Noruega. Un día terminando su jornada laboral, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador. Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchó. La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.
Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte cuando de repente se abrió la puerta. El guarda de seguridad entró y lo rescató. Después de esto, le preguntaron al guarda a qué se debe que se le ocurriera abrir esa puerta si no es parte de su rutina de trabajo?. Él explicó: “Llevo trabajando en esta empresa35 años; cientos de trabajadores entran en la planta cada día. Este señor es el único que me saluda en la mañana y se despide de mi por las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si yo fuera invisible. Esta mañana me dijo “Hola” a la entrada, pero nunca escuché “Hasta mañana”. Yo espero por ese hola, buenos días, y ese hasta mañana cada día. Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré”.

Nos sentimos sólos, pero no lo estamos, siempre hay alguien velando incluso por quien vela.

domingo, 11 de septiembre de 2011

¿Callar?


Todos conocemos la crudeza de la crisis, nos afecta a todos, independientemente del gremio al que pertenezcas.

Esto implica la posición desde que se puede afrontar el panorama laboral. Hay quien lo entabla desde una posición de fuerza y exige uno por uno todos sus derechos contemplados en el convenio.

Pero la realidad es que todos tenemos miedo, miedo al despido, esa es la base de fuerza de las empresas, es por eso que yo personalmente no conozco a nadie que le cumplan íntegramente todos sus derechos ( y llevo trabajando en seguridad desde el 1996, amen de lo que lo tantee años antes)

En esta entrada quiero dejar claro esta realidad y quiero que quien lo lea deje su opinión o su queja, porque está claro que todos tenemos algo de que quejarnos.

Yo tuve que desistir de exigir mis horas de desplazamiento y me desplazo periódicamente dos horas, cuatro veces al mes. Estas horas se cobran como extras, luego estoy perdiendo una jornada extraordinaria al mes, también tuve que desistir con respecto al descanso semanal, el cual implica un descanso de 24h, de no tenerlo se ha de pagar como jornada extraordinaria, trabajo dos fines de semana al mes, eso son dos jornadas mas la otra, son tres jornadas las que pierdo.

Me pregunto por qué debo negociar con la empresa aspectos que se suponen negociados por los sindicatos y aprobados en el convenio.

Si el cliente de las empresas de seguridad se supone que paga todos estos aspectos ¿donde está ese dinero que nos falta? ¿acaso se lo descuentan en el precio las empresas donde trabajamos, a los clientes que custodiamos? eso no es legal.

Se que tú callas. Dime el qué.